Roberto Molina
Al concluir los tiempos legales para las campañas políticas se hace necesaria la reflexión.
Atrás quedaron los discursos desgastados creados por los defensores de ideologías que envejecen, terminaron las luchas del lodo y el descrédito que se utilizaron como una mal llamada” guerra sucia” que lo único que hizo es mostrarnos mucho de lo que ya sabíamos pero que nos negábamos a ver.
Atrás quedaron los intentos de los mercenarios de Estado quienes han querido burlarse de la inteligencia de los oaxaqueños, apareciendo como defensores de ideas libertarias en el discurso y en la práctica, repartieron carretillas, cemento, despensas: bufones de oficio, ideólogos Juanitos que piensan que la sociedad esta adormecida, embrutecida y aletargada
Ha llegado la hora de la verdad, de terminar de una vez por todas con la batalla inconclusa el cuatro de julio.
En esta batalla cabemos todos hombres, mujeres, organizaciones sociales, lo mismo los niños que los viejos.
Ha llegado la hora de desterrar la indiferencia y el individualismo de terminar con colgarle la culpa a otros y no a nosotros mismos.
Hoy podemos ser una sociedad distinta, la que ya no mendiga si no más bien exige justicia, la que a gritos desea una competencia con reglas claras con un árbitro imparcial con un respeto irrestricto a la voluntad de las mayorías.
Hoy podemos demostrarle a las instituciones, a las organizaciones a sueldo, a los partidos políticos que perdieron su esencia y se desarraigaron de su naturaleza que la historia la hacen los pueblos y no membretes.
En esta oportunidad histórica se hace necesario revisar la historia y extraer las lecciones para entender por qué no hemos podido avanzar.
Hoy que Oaxaca renace de sus cenizas, se presenta la encrucijada del votar o no votar y en todo caso, por quién hacerlo.
El pueblo tiene razón al sentirse enojado, frustrado, humillado y hasta desencantado, por eso hoy más que nunca se requiere de canalizar todo eso en una fuerza activa que permita que las cosas cambien.
Ha llegado la hora de recuperar nuestra memoria histórica, de salir de nuestro marasmo personal y ser parte del rol de la mayoría activa, solo así podremos tener una sociedad más justa solidaria y humana.
El cuatro de julio salgamos a votar con conciencia, con dignidad hagamos a un lado a los esquiroles, a los que más temprano que tarde, el basurero de la historia les tiene su lugar reservado.
Atrás quedaron los discursos desgastados creados por los defensores de ideologías que envejecen, terminaron las luchas del lodo y el descrédito que se utilizaron como una mal llamada” guerra sucia” que lo único que hizo es mostrarnos mucho de lo que ya sabíamos pero que nos negábamos a ver.
Atrás quedaron los intentos de los mercenarios de Estado quienes han querido burlarse de la inteligencia de los oaxaqueños, apareciendo como defensores de ideas libertarias en el discurso y en la práctica, repartieron carretillas, cemento, despensas: bufones de oficio, ideólogos Juanitos que piensan que la sociedad esta adormecida, embrutecida y aletargada
Ha llegado la hora de la verdad, de terminar de una vez por todas con la batalla inconclusa el cuatro de julio.
En esta batalla cabemos todos hombres, mujeres, organizaciones sociales, lo mismo los niños que los viejos.
Ha llegado la hora de desterrar la indiferencia y el individualismo de terminar con colgarle la culpa a otros y no a nosotros mismos.
Hoy podemos ser una sociedad distinta, la que ya no mendiga si no más bien exige justicia, la que a gritos desea una competencia con reglas claras con un árbitro imparcial con un respeto irrestricto a la voluntad de las mayorías.
Hoy podemos demostrarle a las instituciones, a las organizaciones a sueldo, a los partidos políticos que perdieron su esencia y se desarraigaron de su naturaleza que la historia la hacen los pueblos y no membretes.
En esta oportunidad histórica se hace necesario revisar la historia y extraer las lecciones para entender por qué no hemos podido avanzar.
Hoy que Oaxaca renace de sus cenizas, se presenta la encrucijada del votar o no votar y en todo caso, por quién hacerlo.
El pueblo tiene razón al sentirse enojado, frustrado, humillado y hasta desencantado, por eso hoy más que nunca se requiere de canalizar todo eso en una fuerza activa que permita que las cosas cambien.
Ha llegado la hora de recuperar nuestra memoria histórica, de salir de nuestro marasmo personal y ser parte del rol de la mayoría activa, solo así podremos tener una sociedad más justa solidaria y humana.
El cuatro de julio salgamos a votar con conciencia, con dignidad hagamos a un lado a los esquiroles, a los que más temprano que tarde, el basurero de la historia les tiene su lugar reservado.